EMDR: Desensibilización y Reprocesamiento por Movimientos Oculares
- Ana M. Aranda
- 11 may 2015
- 11 Min. de lectura
El método de Desensibilización y Reprocesamiento por Movimientos Oculares (EMDR) es ampliamente aceptado por la comunidad clínica desde su desarrollo inicial en 1987 por Francine Shapiro. El desarrollo del método y su marco teórico se originaron a partir de la exploración realizada de los efectos alcanzados consistentemente por medio del tratamiento. A través de la práctica se han ido refinando los procedimientos y los protocolos hasta convertirlos en un método integral de tratamiento.
Shapiro (2004) expone que, a pesar de que el método recibió su nombre por los movimientos oculares en que está basado y, todo el trabajo desarrollado posteriormente que lo ha transformado en sistema completo, integral, podría llevar a renombrar este método como terapia de reprocesamiento. Los movimientos oculares constituyen sólo una forma de estimulación entre otras muchas utilizadas en el tratamiento. Así, aunque las siglas EMDR constituyen el nombre designado a la terapia, Spencer enfatiza los siguientes aspectos:
La estimulación de atención dual constituye meramente un componente integrativo, con aspectos de procedimiento, que han sido sintetizados a partir de todas las distintas y principales tendencias psicológicas.
Como enfoque integral, se debe brindar una atención especial a las imágenes, creencias, emociones, respuestas físicas, conciencia acrecentada y sistemas interpersonales, para así alcanzar los efectos del método EMDR.
Los profesionales en EMDR deben emplear diferentes protocolos EMDR dependiendo de los distintos tipos de patologías de que se trate, y seguir los procedimientos terapéuticos que se adecuen a las necesidades del cliente.
El propósito del tratamiento EMDR de ocho fases es ayudar al cliente a liberarse del pasado y vivir un presente sano y productivo.
El método EMDR canaliza el aprendizaje. Cuando se trata de un recuerdo perturbador, las imágenes, creencias y emociones, todas ellas negativas, se tornan menos vívidas y menos válidas; se vinculan a información más apropiada. La persona aprende lo que es necesario y útil de la experiencia perturbadora del pasado y el suceso se reintegra a la memoria de una manera adaptativa, sana, que ya no provoca ansiedad.
Cuando se trata de un suceso positivo, las imágenes, las creencias y los sentimientos o emociones se tornan más vívidos, aumentados, más válidos. Por lo tanto el método EMDR es utilizado para:
Ayudar al cliente a aprender a partir de las experiencias negativas del pasado,
desensibilizar los detonadores actuales que ocasionan una angustia injustificada, y…
incorporar patrones de conducta positivos para el futuro, que permitan al cliente destacarse individualmente y dentro de su propio sistema interpersonal.
MODELO DE PROCESAMIENTO ADAPTATIVO DE LA INFORMACIÓN
EMDR es un enfoque terapéutico que enfatiza el sistema de procesamiento intrínseco en el cerebro, concretamente en el modelo de procesamiento adaptativo de la información (PAI), y cómo se almacenan los recuerdos.
El modelo EMDR considera los síntomas como el resultado de experiencias perturbadoras que no han sido procesadas adecuadamente y se codifican de manera disfuncional específica al estado (Shapiro, 1995, 2001, 2007).
El modelo PAI explica las bases de la patología, predice resultados clínicos de éxito y guía la conceptualización de los casos y los procedimientos de tratamiento. En concordancia con otras teorías del aprendizaje, éste modelo postula la existencia de un sistema de procesamiento de la información que asimila nuevas experiencias en redes de memoria ya existentes.
Estas redes de memoria son la base de la percepción, las actitudes y los comportamientos. Las percepciones de situaciones actuales están automáticamente unidas con redes de memoria asociada (Buchanon, 2007). Cuando el sistema innato de procesamiento de la información trabaja adecuadamente, “digiere”, “metaboliza” las nuevas experiencias Las percepciones sensoriales entrantes se integran y conectan con información relacionada que ya se encuentra almacenada en redes de memoria, permitiéndonos darle sentido, significado, a nuestra experiencia. Todo lo que es útil se aprende, se almacena en redes de memoria con las emociones apropiadas y queda disponible para guiar a la personas en el futuro (Shapiro, 2001).
El modelo PAI de Shapiro (1995, 2001, 2006) postula que un incidente particularmente angustiante puede quedar almacenado de manera específica a cada estado, lo que quiere decir que se mantiene congelado en el tiempo en su propia red neural, incapaz de conectar con otras redes de memoria que contienen información adaptativa. Es decir, los problemas surgen cuando una experiencia se procesa de forma inadecuada. Se entiende que los recuerdos almacenados disfuncionalmente sientan las bases de futuras respuestas no adaptativas, porque las percepciones de las situaciones actuales están automáticamente enlazadas con redes de memoria asociados.
Shapiro explica que cuando un recuerdo está codificado de forma específica a un estado, excitador y angustiante, las percepciones originales pueden continuar siendo desencadenadas por una serie de estímulos internos y externos, lo que da como resultado reacciones emocionales, cognitivas y conductuales inapropiadas, así como síntomas manifiestos. Los eventos de la infancia también pueden estar codificados con mecanismos de supervivencia e incluir sensaciones de peligro que son inapropiadas para los adultos. Estos eventos del pasado mantienen su fuerza porque, con el tiempo, no han sido asimilados de manera adecuada dentro de las redes adaptativas.
El modelo PAI considera las conductas negativas y las características de personalidad como el resultado de información que se mantiene de forma disfuncional (Shapiro, 2001). Desde esta perspectiva, una auto-creencia negativa no es considerada la causa de una disfunción presente, si no como un síntoma de las experiencias previas no procesadas que contienen esa emoción y perspectiva. Las actitudes, emociones y sensaciones no son consideradas como simples reacciones ante un evento pasado; son vistas como manifestaciones de las percepciones almacenadas fisiológicamente en la memoria y las reacciones ante ellas.
Al ver la patología como el resultado de experiencias no procesadas, el modelo PAI (Shapiro, 1995, 2001, 2006) considera que las experiencias procesadas son la base de la salud mental.
El protocolo EMDR consiste en acceder a la información almacenada disfuncionalmente, estimular el sistema de procesamiento innato a través de procesos y procedimientos estandarizados, y facilita enlaces dinámicos a las redes de memoria adaptativa, permitiendo que cambien las características del recuerdo a medida que se transmuta hacia una resolución adaptativa. Después de un tratamiento con éxito, el recuerdo ya no se encuentra aislado, porque se integra de forma apropiada dentro de la red de memoria más amplia. Se entiende que el procesamiento implica la construcción de nuevas asociaciones y conexiones que permiten que tenga lugar el aprendizaje con el recuerdo almacenado de manera nueva y adaptativa.
EL CEREBRO
El ser humano es el resultado de millones de años de evolución. De la misma forma, el cerebro se ha ido formando por las diferentes partes que han ido evolucionando desde el cerebro de los reptiles hasta el ser humano.
Si miramos el cerebro de frente, tendremos una visión similar a la de una tarta, a capas.

CEREBRO REPTILIANO O INSTINTIVO: Es el más primitivo. Nos permite sobrevivir regulando la reproducción, la temperatura del cuerpo, el sueño, la comida… No es casualidad que la mayoría de enfermedades psicológicas afecten a estas funciones.
CEREBRO MEMÍFERO O EMOCIONAL: Es un cerebro más moderno evolutivamente. Es el que hace que los mamíferos cuiden de sus crías, que seamos animales sociales, que sintamos alegría o pena…
CEREBRO HUMANO O NEOCORTEX: Es el más reciente evolutivamente y ningún animal lo tiene tan desarrollado como el ser humano. Es el que nos permite hablar, hacer herramientas o poder reconocernos en el espejo.
Estos tres cerebros se desarrollan de la misma manera cuando vamos creciendo hasta los 18 años aproximadamente, pero el 80% se desarrollará en los primeros 4 años de vida. Todo lo que aprendamos y sintamos en ese período quedará grabado de forma indeleble en nuestra memoria emocional, teniendo una importancia vital en lo que será nuestra personalidad y nuestras enfermedades el resto de nuestra vida.
Pero el cerebro es mucho más complejo. Visto desde arriba vemos que se divide en dos mitades:

HEMISFERIO DERECHO: Controla la parte izquierda del cuerpo. Es el hemisferio que está más relacionado con la intuición y las emociones. Es el que maneja nuestras relaciones interpersonales y aparentemente estaría más desarrollado en las mujeres.
HEMISFERIO IZQUIERDO: Controla la parte derecha de nuestro cuerpo. Es el que está más relacionado con el lenguaje y la lógica y aparentemente está más desarrollado en los hombres.
Hasta el momento hemos hablado de la arquitectura de nuestro cerebro, pero éste, además, se compone de diferentes órganos.

Los principales órganos son:
HIPOTÁLAMO: Es la parte que compartimos con los reptiles. Decide en gran parte qué hormonas se producirán en nuestro cuerpo. Regula la temperatura, el hambre, el sueño…
AMÍGDALA: Es un órgano pequeño en forma de almendra y regula el miedo. Todo lo que percibimos a nuestro alrededor debe pasar por este órgano que decide qué es peligroso o anodino. Si se activa nos pondremos en alerta o incluso en pánico.
HIPOCAMPO: Es el órgano de la memoria emocional, es decir, cada vez que nuestra amígdala percibe algo importante lo recoge y lo guarda en nuestra memoria, por si es importante recordarlo más adelante. Cuando dormimos manda la información a otras áreas del cerebro, pero si no puede hacerlo el recuerdo se guardará de forma traumática.
TÁLAMO: Es el embudo que procesa la información entre las partes más primitivas y la corteza cerebral.
CORTEZA CEREBRAL: Es el centro del lenguaje y el pensamiento, la parte que nos caracteriza a los seres humanos, está más desarrollado en las personas que en cualquier otro animal. Nos permite recordar el pasado e imaginar el futuro a voluntad, cosa que también es fuente de muchas patologías.
El cerebro está compuesto por unas células llamadas neuronas, y toda la información y la comunicación con las diferentes partes del cerebro se lleva a cabo a través de ellas de dos maneras:
DESCARGAS ELECTRICAS: Cuando hay que sincronizar muchas neuronas a la vez se producen impulsos eléctricos, dando lugar a ondas cerebrales que variarán si estamos en alerta, o durmiendo… También serán útiles para que las hormonas de un mismo órgano se relaciones entre sí y se activen a la vez.
NEUROTRANSMISORES: Son sustancias químicas que producen las hormonas para comunicarse entre sí, produciendo efectos variados dependiendo cuál se produzca. Las principales son: Dopamina, Norepinefrina, Gaba y Serotonina.
Todas están relacionadas de alguna manera con emociones. La Dopamina tiene que ver con la recompensa, la que nos anima a esforzarnos… así como con las adicciones. La Norepinefrina nos produce activación y en ciertos casos activará el miedo y el pánico, está fuertemente asociada a la activación de la “alerta máxima” de nuestro sistema nervioso. La Gaba actúa como freno de los neurotransmisores excitatorios que llevan a la ansiedad, las personas con poco gaba tiende a sufrir trastornos de ansiedad. La Serotonina está íntimamente ligada con la emoción y el estado de ánimo.
La neuronas tienden a activarse juntas, cuando dos neuronas se conecten tendrán cada vez más posibilidades de activarse juntas (ley de Hebs).
Todavía podemos distinguir dos partes más en nuestro cerebro, la parte consciente y la inconsciente, que se ubican en la parte reptiliana (instintiva) y mamífera (emocional) de nuestro cerebro. Son las partes que componen el Sistema Límbico.
INCONSCIENTE: Regula todo lo que tiene que ver con la supervivencia y siempre tiene prioridad. También controla la fisiología de nuestro cuerpo y cuando se activa de forma negativa provoca sensaciones extremadamente desagradables. Esta parte vive en un eterno presente y no puede diferenciar un mundo real de uno imaginario.
CONSCIENTE: Regula nuestros pensamientos. Es esa parte con la que hablamos con nosotros mismos, nos alabamos, nos regañamos, nos preocupamos… Como dijo Shopenhauer, el ser humano es el único animal que puede anticiparse a lo que no ha ocurrido (miedo) o recordar a voluntad lo que ocurrió (culpa).
Es en este punto donde encontramos esas patologías que resultan tan molestas y difíciles de curar. La mayoría de los pacientes dicen “ya sé que no tiene ningún sentido, pero no puedo evitarlo”. El psiquiatra francés Coue, decía que siempre hay una lucha entre nuestra parte consciente y la inconsciente, y siempre ganará ésta última.
EL TRAUMA
Cuando tenemos miedo nuestra amígdala se sensibiliza y pasa la información al hipocampo para que almacene esa información fundamental para la supervivencia. Mientras dormimos, nuestro cerebro, mediante el movimiento de ojos de la fase REM, almacenará esa información de forma sana.
Pero si vivimos una situación que nos genera mucho sufrimiento, perturbación, a veces, en la fase REM no podemos integrar esa información y ésta quedará almacenada en el hipocampo sin unirse a ninguna red neural. Esto es lo que denominamos trauma.
Existen dos tipos de trauma en función de cuándo y cómo se han producido, los traumas de tipo 1 (T1) y los traumas de tipo 2 (T2).
Como ya hemos dicho, en los primeros 4 años de vida es cuando realizamos la mayoría de nuestro aprendizaje emocional. Si un niño crece con unos padres cariñosos y atentos, tendrá un desarrollo normal y sano. Pero… ¿qué ocurría si…?; por ejemplo, con un bebé que está en un orfanato y nadie le habla o le acaricia; o con un niño ingresado en el hospital, o con unos padres que le maltratan física o verbalmente… sus estructuras cerebrales no podrán desarrollarse con normalidad. Para que el cerebro pueda crecer, debe nutrirse de afecto, pautas educativas y convivencia con los padres. A través del córtex orbitofrontal (neuronas espejo) permiten reconocer cosas como la mirada de la madre, su sonrisa, sus caricias, lo que hará que el niño pueda crecer de forma sana. Pero si esto no ocurre, el niño no podrá regularse, tendrá déficits neurológicos y hormonales probablemente el resto de su vida; por ejemplo, se sabe que los niños que sufren estrés tienen el hipocampo de menor tamaño. En este caso tendremos lo que conocemos como T1.
Su importancia y patología variará en función de cómo fueron, cuándo ocurrieron, cuánto tiempo duraron… Cuanto más temprana es la edad en la que se ha producido el trauma será más intenso y el pronóstico y la enfermedad será mucho más grave.
Si la persona ha tenido una infancia sana, puede que en la edad adulta suframos otro tipo de traumas, como un accidente, una pérdida traumática, un asalto, una agresión, un maltrato, un aborto no resuelto, un duelo patológico, una enfermedad crónica o terminal, incidentes traumáticos en la infancia, accidentes, desastres naturales etc., en este caso tendremos lo que conocemos como T2. Tendrá un pronóstico más prometedor puesto que ha ocurrido en una edad tardía ha sido un trauma aislado.
En función de la intensidad también diferenciamos dos tipos. Los “t” son los traumas que nos da la vida, son frecuentes y normales, aunque muchos juntos/seguidos pueden sumar uno grave. Los “T” son aquellos en los que la integridad física está en juego o la persona teme por su vida.
Cuanto más intenso, más temprano en la infancia, más duradero y más relacionado con personas cercanas es el hecho (o los hechos), mucho más traumático, más duradero y más complicado resultará de tratar y sanar.
Todas las situaciones adversas sensibilizarán excesivamente la amígdala, lo que puede provocar que la persona viva siempre con miedo; o desestabilizará la serotonina provocando estados depresivos. El inconsciente guardará un recuerdo de las situaciones traumáticas para evitar situaciones en el futuro que puedan hacer daño a la persona, y cuanto más evitamos, más miedo tenemos…
EMDR
La mayoría de las terapias trabajan solamente con la parte consciente del cerebro (pensamientos irracionales, creencias, etc), o sólo el inconsciente.
EMDR es un abordaje psicoterapéutico para el tratamiento de las dificultades emocionales causadas por experiencias difíciles. El cerebro puede cambiar el aprendizaje a nivel emocional, y sensorial, que es donde se quedó fijado en el cerebro el hecho traumático. Esto no significa que olvidemos lo que pasó, sino que lo recordaremos como algo que ocurrió pero que ya no afecta en el presente; es decir, el cerebro toma información nueva en sus redes y las coloca en un modo más sano, adaptativo y funcional.
En la terapia con EMDR el terapeuta trabaja con el paciente sobre su historia para identificar los problemas que han contribuido al desarrollo de su síntoma, su patología. Trabaja sobre los recuerdos que se encuentran aislados en las redes neuronales y, a través de un protocolo, que entre otros aspectos contiene preguntas en torno al recuerdo concreto con el que se trabaja en ese momento) y la estimulación bilateral (ya sea con movimientos oculares u otro procedimiento de estimulación bilateral) el cerebro recolocará la información de tal modo que cesarán los síntomas.
En EMDR no sólo se trabaja sobre aspectos del pasado, también sobre aspectos perturbadores en el presente y prepara al paciente para el futuro. Permite que el cerebro estimule los mecanismos de curación inherentes en cada persona.
NOTA:
Este escrito se ha realizado extrayendo la información y resumiéndola de varios textos.
Para más información puede visitar la página oficial de EMDR España: http://www.emdr-es.org/
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Buchanon, T. W. (2007). Retrieval of emotional memories. Psycological Bulleting, 5, 761-779.
Hernández, M. (2015). El cerebro y las patologías. Recuperado el 6 de mayo de 2015, de http://www.malagahipnosis.com/el-cerebro-y-las-patologias/
Shapiro, F. (1995). Eye movement desensitization and reprocessing. Basic principles, protocols, and procedures. New York: Guilford Pres.
Shapiro, F. (2001). Eye movement desensitization and reprocessing. Basic principles, protocols, and procedures (2nd ed.). New York: Guilford Pres.
Shapiro, F. (2004). EMDR Desensibilización y reprocesamiento por medio de movimiento ocular. México: Editorial Pax México.
Shapiro. F. (2006). New notes on adaptive information processing. Handem, CT: EMDR Humanitarian Assistance Programs.
Shapiro, F. (2007). EMDR and case conceptualization from an adaptative information processing perspective. In F. Shapiro, F. Kaslow & L. Maxfield (Eds.), Handbook of EMDR and family therapy processes (pp. 36-36). New York: Wiley.
Solomon, R.M. y Shapiro, F. (2009). EMDR y el Modelo del Procesamiento Adaptativo de la Información. Revista de Psicoterapia, XX(80), 17-37.
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