Cuando una pareja decide separarse, en muchas ocasiones, podemos observar como la relación, que ya era mala de antemano, se torna cada vez más conflictiva y desastrosa. Todos los aspectos a negociar en dicha separación parecen convertirse en armas arrojadizas y, los/as hijos/as no siempre consiguen librarse de esta condición.

Es frecuente que esta contienda se resuelva en un juzgado tras lago tiempo y con costes personales muy altos y negativos para todas las partes. En estos casos, puede ser útil una mediación, con el fin de mitigar el conflicto, conseguir acuerdos comunes y mejorar las relaciones entre todas las partes.

 

En otras ocasiones, aparecen conflictos familiares por diversos motivos (conflictos paterno-filiales, herencias, etc.) que pueden recrudecerse con el tiempo y forzar la situación hasta sentir que no tendrá solución y que tiene que ser un juez que tome las decisiones a las que no han podido llegar por estar inmersos en ataques constantes.

 

La mediación es una herramienta que permite que las partes en conflicto negocien un acuerdo, con la colaboración de un tercero imparcial (mediador/a), que sea satisfactorio para todos ellos, permitiéndoles que la relación futura sea más satisfactoria.